"En Manresa se portan nuestros correligionarios como á verdaderos nietos de los héroes del
Bruch. Hé aquí la carta que de aquella ciudad acabamos de recibir.
«Muy señor mio y apreciable amigo: [...].
[...]. No quiero concluir esta carta sin denunciar á V. un atentado sacrílego cometido por el alcalde
de Navarcles. Es el caso que se celebró en el pueblo citado el primer matrimonio civil, y
con tan plausible motivo quiso el tal alcalde que las campanas de la torre de la iglesia se dieran
al vuelo, y como á ello se resistiese el digno párroco, se le enviaron dos nada atentas comuniciones exigiéndole las llaves del campanario y luego las de la iglesia, y como estas no quiso soltarlas
de manera alguna, procedió el alcalde, acompañado de un alguacil y un carpintero, á forzar la cerradura de la puerta y abrir en la misma un boquete de cuatro palmos.
En vista de tanta desfachatez, el reverendo párroco, revestido de roquete y estola, pasó á
franquear las puertas, protestando en el acto de tan insolente crimen.
Por demás será que pidamos justo castigo de tan lamentable esceso, pero dejando á un lado
lo repugnante y odioso de tales atentados, mucho sirven para sacar de su apatía á esos hombres
que siempre han mirado como cosa frivola y baladí su cooperación y concurso contra esa satánica lucha del liberalismo que tanto ha emponzoñado nuestras creencias y nuestras costumbres.
Plazca á Dios que nuestros esfuerzos actuales tengan alguna eficacia para remediar tantos males.
[...]."