29 de desembre del 2014

En Baltasar Porcel i en Marcel·lí Monrós parlen a Sant Benet (12-05-1970)

La Vanguardia, 12 de maig de 1970, pàgina 13.

A la secció "Tribuna de La Vanguardia":

"DIETARIO PUBLICO
LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS
Domingo, 3. LOS PUEBLOS
AL sol tibio y rojizo de la media tarde, tienen los campos un encendido color a miel. En las pendientes se alinea la vid, oscura. Los álamos captan un casi imaginario soplo de brisa, en los meandros del rio, el Llobregat que desciende, calmo, por el Pla de Bages. Vuela una abubilla y resuena más allá de las colinas verdes de pinos, un motor en el pueblo de Navarcles.
Con un navarclés inquieto y sumergido en una trágica circunstancia, Marcel·lí Montrós [sic] —sale dentro de poco para Estados Unidos para someterse a una difícil operación de corazón: es su última oportunidad para continuar viviendo— caminamos lentos, hablando poco, por este prodigioso y breve recinto románico y gótico que es Sant Benet de Bages, solitaria y vieja abadía benedictina, rebosantes de hiedra sus piedras, y su claustro en torno a cuatro altísimos cipreses que buscan el sol más allá de los muros. Pían revueltos los pájaros entre las ramas, a punto de acostarse. Corretea una rata, torpe y esquiva, por la honda bodega, hacia la tiniebla.
—Sí, es bonito esto —me dice Montrós, acariciándose la barba—. Pero poco tiene de operante para la vida de un pueblo. Para la gente, Sant Benet es todavía un amasijo de leyendas inquisitoriales. Para unos pocos, desde luego, es un monumento estético, claro... Pero insisto: el arte, la lectura, todo esto son elementos estáticos, para nosotros, los habitantes de los pueblos. Pueden hacer que te «salves» solo, pero apenas si influyen en la colectividad. La vida de pueblo es como un bregar perdido. Verás: Los mayores esfuerzos de «inversión» son los destinados a la educación superior de algunos de sus hijos, que pueden ir a la capital comarcal o a la provincial al Instituto, a la Universidad. Bueno, pues cuando estos chicos consiguen un título, sus conocimientos no revierten, sino que se van del pueblo a la busca de horizontes profesionales más amplios. Creamos y damos, sin recibir nada...
Hay, en la tarde que muere, un eco de sorda y nostálgica fatalidad. Callamos y oímos cómo chapotean las ranas en un estanque vecino, verde, brillante.
[...].
Baltasar PORCEL"