A la secció "Tribuna de La Vanguardia":
"DIETARIO PUBLICO
LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS
Domingo, 3. LOS PUEBLOS
AL sol tibio y rojizo de la media tarde, tienen los campos
un encendido color a miel. En las pendientes se
alinea la vid, oscura. Los álamos captan un casi imaginario
soplo de brisa, en los meandros del rio, el Llobregat
que desciende, calmo, por el Pla de Bages. Vuela una
abubilla y resuena más allá de las colinas verdes de
pinos, un motor en el pueblo de Navarcles.
Con un navarclés inquieto y sumergido en una trágica circunstancia, Marcel·lí Montrós [sic] —sale dentro de
poco para Estados Unidos para someterse a una difícil
operación de corazón: es su última oportunidad para
continuar viviendo— caminamos lentos, hablando poco,
por este prodigioso y breve recinto románico y gótico
que es Sant Benet de Bages, solitaria y vieja abadía
benedictina, rebosantes de hiedra sus piedras, y su claustro
en torno a cuatro altísimos cipreses que buscan el sol más allá de los muros. Pían revueltos los pájaros
entre las ramas, a punto de acostarse. Corretea una
rata, torpe y esquiva, por la honda bodega, hacia la
tiniebla.
—Sí, es bonito esto —me dice Montrós, acariciándose
la barba—. Pero poco tiene de operante para la vida
de un pueblo. Para la gente, Sant Benet es todavía un
amasijo de leyendas inquisitoriales. Para unos pocos,
desde luego, es un monumento estético, claro... Pero insisto:
el arte, la lectura, todo esto son elementos estáticos, para nosotros, los habitantes de los pueblos. Pueden
hacer que te «salves» solo, pero apenas si influyen
en la colectividad. La vida de pueblo es como un bregar
perdido. Verás: Los mayores esfuerzos de «inversión»
son los destinados a la educación superior de algunos
de sus hijos, que pueden ir a la capital comarcal o a la
provincial al Instituto, a la Universidad. Bueno, pues cuando
estos chicos consiguen un título, sus conocimientos
no revierten, sino que se van del pueblo a la busca de
horizontes profesionales más amplios. Creamos y damos,
sin recibir nada...
Hay, en la tarde que muere, un eco de sorda y nostálgica
fatalidad. Callamos y oímos cómo chapotean las
ranas en un estanque vecino, verde, brillante.
[...].
Baltasar PORCEL"