20 de desembre del 2017

Víctor Balaguer visita Sant Benet de Bages (08-03-1852)

Diario de Barcelona, núm.68, 8 de març de 1852, pàgines 6-7.

Entre 1851 i 1852 Víctor Balaguer va viatjar per Catalunya tot visitant diferents llocs. Al Bages va dedicar una sèrie de textos publicats al Diario de Barcelona titulada "Manresa y Cardona" (apareguts entre el 24-10-1851 i el 04-07-1852); poc després es publicà en forma de llibre: Manresa y Cardona. Historia y tradiciones. Barcelona: Imprenta de Brusi, 1852.

"MANRESA.
EPILOGO.
La torre de Breny. - San Benito de Bages.
Ya nada me quedaba que ver en Manresa. Todo lo habia recorrido, todo lo habia registrado, [...].
[...].
Volví la cabeza y vi venir hacia mi un ginete.
Detuve mi caballo y esperé.
Pronto estuvo á mi lado el que me habia llamado.
Era D. José Mas y Mateu, una de las personas á quien mas obsequios habia merecido durante mi permanencia en Mantesa, un sujeto apreciable, erudito y estudioso literato que vive sepultado entre manuscritos y entre libros. [...].
Asi que estuvo á mi lado, mientras yo le contemplaba admirado de verle fuera de su biblioteca,
― Amigo mio, me dijo, no puede V, regresar todavía á Barcelona.
― Porqué?
― Yo no puedo ni debo dejarle marchar á V. asi. Seria un verdadero crímen. Un escritor que de concienzudo se precie no debe partir del punto que visita sin haberlo estudiado todo.
― Es que lo he visto todo.
― Todo?... y la torre del Breny?
― Qué es la torre del Breny?
― Ve V? Y San Benito de Bages?
― El monasterio?
― Sí, el monasterio. Lo ha visto V?
― Confieso... 
― No decia yo! Vuelva V. su caballo.
― Pero...
― Nada. Es preciso que se venga V. conmigo á visitar ambos monumenlos, ó creeré que trata V. de escribir nuestra historia sin la conciencia del análisis y de la observacion. Créame V. Véngase V. conmigo que no le pesará por cierto.
Obedecí y aplazé mi viaje para el siguiente día.
Durante aquel visitamos los dos monumentos que me habia citado, No me pesó en efecto.
[...].
Nos alejamos de la torre [del Breny] y tomando otro camino nos dirijimos al antiguo monasterio de San Benito de Bages, situado á orillas del Llobregat, entre los pueblos de San Fructuoso y de Navarcles.
Es un edificio imponente, majestuoso, es uno de aquellos monumentos á cuyo pié se detiene asombrado el peregrino para gozar, entre el silencio y el recogimiento, la paz y tranquilidad á que le invita su corazón acallando momentáneamente el sordo rumor de las pasiones.
Ocultan por un lado este monastcrio, formándole un muro de verdor, montes cubiertos de vides y de olivos; una cuesta que se desliza entre frondosos árboles conduce hasta su puerta, y su torreón cuadrado y sus bellas ábsides se reflejan en el río que le tiende á los piés un eterno y transparente espejo. 
Es una hermosa y romántica posicion la suya. De noche, á los rayos pálidos de la luna que balancea su globo en el estrellado firmamento, el viejo monasterio debe aparecer á los ojos del viajero como un castillo feudal, morada acaso de una bella castellana frente á los hierros de una reja que, pegada la frente a los hierros de una reja, oye suspirar tiernas cántigas al enamorado trovador cuyos suspiros ahoga el murmullo de las olas. 
Casi todos los monasterios que un dia sembraban nuestra patria, ó han desaparecido, ó son casas de labranza ó montones de ruinas. San Benito de Bages se ha librado del naufragio. Es que San Benito de Bages ha encontrado un dueño que al adquirirlo supo que adquiria una joya y quiso conservarla como un avaro su tesoro. 
D. Antonio Blahá es el feliz poseedor de este retiro, y pláceme poner su nombre en estas líneas porque merece el elogio del poeta, el aplauso del anticuario, el parabién del historiador. A él debemos en efecto la conservacion de un monumento que figura en nuestras crónicas con brillo imponderable y que es un legado hecho á los siglos por la piedad de nuestros padres. 
El monasterio fundado por Oliva Cabreta, el retiro de que salió Sancho el prior para ponerse al frente de Manresa, para trocar su celda por un condado, su cogulla por una cota de armas, está perfectamente conservado, y tal como lo dejaron sus solitarios, tal lo encuentra en el dia el peregrino. D, Antonio Blahá se ha complacido en guardarle, y desde el momento que lo adquirió, empezó á costa de toda clase de sacrificios, á repararle para que el artista pudiera hallar en él siempre la obra del arte y el peregrino la obra de la piedad y de la religion. 
El desinterés y la abnegación del propietario merecen toda clase de elogios. Por esto se los doy cumplidos. 
Al anochecer me alejé con sentimiento de las tranquilas y pintorescas orillas en que está sentado el monasterio, me despedí con dolor de aquel cláustro precioso donde hay todo un tesoro de labores y de relieves, y estrechando la mano de mi ilustrado cicerone, abandoné el sitio donde ví transcurrir algunas horas en medio de las mas dulces y deliciosas emociones, en medio de esas emociones castas que son el alimento del espíritu y que le dan al hombre fuerza y vigor para emprender con gusto el trabajo de un año.
[...]."