24 de juliol del 2013

Maria Centellas, malalta d'encefalitis letàrgica (07-1920)

Boletín de la Revista ibero-americana de ciencias médicas, juliol de 1920, n.63, pàgina 3.

"UN CASO DE ENCEFALITIS LETÁRGICA
En el pueblo de Navarcles (provincia de Barcelona), en donde prestamos nuestros servicios facultativos, fuimos llamados a fines de! pasado Febrefo para asistir a la niña de tres años María Centellas, cuyos padres están domiciliados en la calle de Otcet, núm. 22; previo un atento examen, comprobamos la existencia de cefalea romadizo, tos, 39° de temperatura, lengua aporcelanada, etc., y teniendo en cuenta la epidemia reinante, diagnosticamos infección gripal, prescribiendo purgantes, expectorantes, diuréticos, desinfectantes intestinales y la euquinina.
Transcurrieron unos tres días, y la enfermita estaba algo mejorada, ya que la temperatura de 39° había descendido a 37,8; abría los ojos, pero notamos un timpanismo abdominal y rechinamiento de dientes, atribuyendo este último síndrome a los vermes intestinales, por lo cual administramos la santonina, logrando la expulsión de algunos ascaris.
En los días siguientes, el timpanismo fué en aumento, el estreñimiento era pertinaz, cada día orinaba menos; entonces, nos determinamos a prescribir un infuso de sen con sulfato sódico y una poción diurética con urotropina, dando resultados inmediatos, pues la paciente obró bastante y orinó copiosamente, siendo este líquido de aspecto normal.
Posteriormente nos percatamos que la lengua continuaba blanquecina, pero en el medio estaba algo obscura, y se presentó una urticaria; un infuso de rioletas con bicarbonato sódico hizo mejorar visiblemente, de tal modo, que a las veinticuatro horas ya no se notaban ni vestigios.
A pesar de que habíamos apreciado que su pulso era retardado (56 a 60 por minuto), en apariencia la enferma no empeoraba, pero de súbito la lengua se puso más obscura, nada de náuseas ni vómitos, las deposiciones eran más escasas, adoptaba el decúbito lateral derecho, siempre estaba como indiferente, fijaba la vista cuando la llamábamos, pero la sostenía fija sin parpadear mucho rato; no había estrabismo ni cefalalgia apreciable, y entonces, creyendo se trataba de una infección colibacilar asociada, rectificamos el diagnóstico, poniendo inmediatamente en juego los calomelanos al vapor, la poción láctica y como alimento el caldo vegetal, proscribiendo en absoluto la leche, ya que nos sostenía el estreñimiento.
La tarde siguiente recibimos recado de la familia para que, urgentemente, pasáramos a visitar la enferma, alegando que se había agravado muchísimo, y personados en su domicilio, la encontramos en decúbito dorsal, con los párpados cerrados, la temperatura axilar era de 37°,5 y la rectal 37º,9; su pulso, por cierto, algo intermitente, latía de 45 a 50 por minuto, siendo, como es de suponer, debido a lesión del nervio vago (toxinamicrobiana); presentaba un ligero eritema en las nalgas, y cuando se la llamaba no contestaba ni a grandes voces; de todo lo cual se dedujo estábamos en presencia de un hipersomnio que nos hizo pensar inmediatamente en la posibilidad de tratarse de un caso de encefalitis letárgica.
Posteriormente pudimos comprobar que la ñiña siempre adoptaba 1a misma posición decúbito dorsal; que había rigidez muscular muy acentuada en los miembros inferiores, no tanto en los superiores, existiendo una ligera atetosis doble (diplejía espasmódica infantil), la cual aumentaba comprimiendo los globos oculares; entreabriendo los párpados, se notaba el globo ocular inmóvil; la papila estaba dilatada, no reaccionando a la luz, o sea, existía parálisis del tercer par o de la acomodación; faltaba la raya meningítica; había dispepsia, y mucosidades fluían de la boca; en vista de ello acordamos, previa consulta con el Dr. [Santiago] Gresa de Camps, practicar una punción lumbar para evacuar el líquido céfalorraquídeo, inyectando luego una solación de urosropina al 8 por 100, todo lo cual se verificó aquella misma noche.
El líquido extraído, en cantidad de unos 50 c.c. era límpido y cristalino como el agua, habiendo comprobado en él la hipercloraria y la albumina.
Transcurridos dos días después de lo expuesto, la niña no estaba tan somnolienta; alguna que otra vez gritaba, entreabriendo el ojo derecho y muy poco el izquierdo, demostrando paresia del elevador del párpado; afectaba una expresión triste y adormecida tal como describe Hutchinson, pues para mirar contraía más la aponeurosis epicraneal en la parte del músculo frontal, resultando que la frente estuviesa surcada de arrugas; las manifestaciones atetósicas habían desaparecido; la incontinecia de orina continuaba, en vista de lo cual, nos determinamos en practicar una nueva punción lumbar, saliendo a presión un líquido claro, e inyectamos unos 6 c. c. de solución de colargol.
Naturalmente, existiendo disfagia, la niña no podía tragar para que se alimentara por vía bucal y lo efectuamos por la rectal.
La enferma continuaba adoptando la misma posición; el estado de somnolencia era el mismo; se le administró un enema que dio por resultado la expulsión de algún escari; seguidamente, la demacración cada día era más notoria; el pulso siempre más débil y más retardado (de 35' a 4' por minuto); el miocardio desfallecía, la papila dilatada; entonces utilizamos las inyecciones de aceite [xxx] de adrenalina, sulf. estriónico y otros fármacos de rúbrica; finalmente, y a pesar de todo ello, a los dos días la córnea ya estaba casi opaca y el lagrimeo faltaba, continuando el corazón desfalleciendo hasta que, por último, cesó de existir, sin que verdaderamente hubiera estado despierta del todo, de aquel hipersomnio, síndrome característico, patognomónico, que tanto nos llamara la atención desde el primer momento.
De cuanto acabamos de manifestar, se deduce que el síndrome más característico que presentaba nuestra enferma era el sueño, somnolencia o letargía característica muy diferente de la producida por las picaduras del díptero glossina palpalis (enfermedad tripanomicósica), llamada vulgarmente enfermedad del sueño, propia de los países tropicales, no pudiendo hacer un detenido diagnóstico diferencial con la NONA descrita por los médicos italianos a raíz de la gripe del 1889 al 90, por carecer de datos precisos.
Con una leptomeningitis es por demás confundirla; podría sospecharse se trata de una parálisis infantil, en cuyo caso, dicho nombre debiera cambiarse desde el momento en que se citan casos de algunos enfermos en la clínica de enfermedades nerviosas del profesor Pierre Marie, de París (1920); hay, además, en dicha enfermedad hemiplejía, paraplejía o triplejía (Huet y Dejerine), vómitos y el estado comatoso dura poco tiempo, sin contar con la diarrea que nos citan Lambord y Vulpian; tampoco hay confusión con la encefalitis de Wernicke (hemorrágica), de las cuales nos separa el alcoholismo adquirido, aunque dichos enfermos entran en somnolencia después de un período de excitación lenta (podría ser el rechinamiento de dientes), pero en dichos enfermos la temperatura es casi normal y los músculos del ojo están paralizados, menos el elevador del párpado; hay mistagmus y paresia de la acomodación; ni con la encefalitis de Leichtustern, que también aparece durante el curso de infecciones gripales en su período agudo o pereagudo, pero la fiebre, cefalalgia y vómitos son característicos. 
En resumen: la encefalitis de Wernicke, forma hemorrágica (paquimeningítica), la de de Leichtustern y la parálisis infantil, son enfermedadades que más se asemejan al caso estudiado, pero no encuadra del todo la sintomatología, y aunque de todos modos debemos reconocer que con un solo caso no podemos fundamentar un diagnóstico preciso o aquilatado, permítasenos manifestar que, en atención de tratarse de una niña en la cual su sistema nervioso estaba agotado a causa de la infección que padecía y quizá una heredo-alcohólica, no sería raro que la encefalitis letárgica, que hoy día preocupa tanto al mundo médico, no fuera otra cosa que una modalidad caso de la parálisis infantil. Recordamos nuevamente debiera esta parálisia sacarle el apellido. 
A. GRESA DE MIRAMBELL"