"UN CASO DE ENCEFALITIS
LETÁRGICA
En el pueblo de Navarcles (provincia
de Barcelona), en donde
prestamos nuestros servicios facultativos,
fuimos llamados a fines de!
pasado Febrefo para asistir a la
niña de tres años María Centellas,
cuyos padres están domiciliados
en la calle de Otcet, núm. 22; previo
un atento examen, comprobamos
la existencia de cefalea romadizo,
tos, 39° de temperatura, lengua
aporcelanada, etc., y teniendo
en cuenta la epidemia reinante,
diagnosticamos infección gripal,
prescribiendo purgantes, expectorantes,
diuréticos, desinfectantes
intestinales y la euquinina.
Transcurrieron unos tres días, y
la enfermita estaba algo mejorada,
ya que la temperatura de 39° había
descendido a 37,8; abría los ojos,
pero notamos un timpanismo abdominal y rechinamiento de dientes,
atribuyendo este último síndrome
a los vermes intestinales, por lo
cual administramos la santonina,
logrando la expulsión de algunos
ascaris.
En los días siguientes, el timpanismo
fué en aumento, el estreñimiento
era pertinaz, cada día orinaba
menos; entonces, nos determinamos
a prescribir un infuso de
sen con sulfato sódico y una poción
diurética con urotropina, dando
resultados inmediatos, pues la paciente
obró bastante y orinó copiosamente,
siendo este líquido de aspecto
normal.
Posteriormente nos percatamos que la lengua continuaba blanquecina,
pero en el medio estaba algo
obscura, y se presentó una urticaria;
un infuso de rioletas con bicarbonato
sódico hizo mejorar visiblemente,
de tal modo, que a las
veinticuatro horas ya no se notaban
ni vestigios.
A pesar de que habíamos apreciado
que su pulso era retardado
(56 a 60 por minuto), en apariencia
la enferma no empeoraba, pero de súbito la lengua se puso más
obscura, nada de náuseas ni vómitos,
las deposiciones eran más escasas,
adoptaba el decúbito lateral derecho, siempre estaba como indiferente,
fijaba la vista cuando la
llamábamos, pero la sostenía fija
sin parpadear mucho rato; no había
estrabismo ni cefalalgia apreciable,
y entonces, creyendo se
trataba de una infección colibacilar
asociada, rectificamos el diagnóstico,
poniendo inmediatamente
en juego los calomelanos al vapor,
la poción láctica y como alimento
el caldo vegetal, proscribiendo en
absoluto la leche, ya que nos sostenía
el estreñimiento.
La tarde siguiente recibimos recado de la familia para que, urgentemente,
pasáramos a visitar la
enferma, alegando que se había
agravado muchísimo, y personados
en su domicilio, la encontramos
en decúbito dorsal, con los párpados
cerrados, la temperatura axilar
era de 37°,5 y la rectal 37º,9; su
pulso, por cierto, algo intermitente, latía de 45 a 50 por minuto,
siendo, como es de suponer, debido
a lesión del nervio vago (toxinamicrobiana);
presentaba un ligero
eritema en las nalgas, y cuando se
la llamaba no contestaba ni a
grandes voces; de todo lo cual se
dedujo estábamos en presencia de
un hipersomnio que nos hizo pensar
inmediatamente en la posibilidad
de tratarse de un caso de encefalitis
letárgica.
Posteriormente pudimos comprobar
que la ñiña siempre adoptaba
1a misma posición decúbito
dorsal; que había rigidez muscular
muy acentuada en los miembros
inferiores, no tanto en los superiores,
existiendo una ligera atetosis
doble (diplejía espasmódica infantil), la cual aumentaba comprimiendo
los globos oculares; entreabriendo los párpados, se notaba el globo ocular inmóvil; la papila estaba
dilatada, no reaccionando a la luz,
o sea, existía parálisis del tercer
par o de la acomodación; faltaba
la raya meningítica; había dispepsia, y mucosidades fluían de la boca; en vista de ello acordamos,
previa consulta con el Dr. [Santiago] Gresa de Camps, practicar una punción
lumbar para evacuar el líquido céfalorraquídeo, inyectando luego
una solación de urosropina al 8
por 100, todo lo cual se verificó
aquella misma noche.
El líquido extraído, en cantidad de unos 50 c.c. era límpido y cristalino como el agua, habiendo comprobado en él la hipercloraria y la
albumina.
Transcurridos dos días después de lo expuesto, la niña no estaba
tan somnolienta; alguna que otra vez gritaba, entreabriendo el ojo derecho y muy poco el izquierdo,
demostrando paresia del elevador
del párpado; afectaba una expresión triste y adormecida tal como
describe Hutchinson, pues para
mirar contraía más la aponeurosis
epicraneal en la parte del músculo
frontal, resultando que la frente
estuviesa surcada de arrugas; las
manifestaciones atetósicas habían
desaparecido; la incontinecia de
orina continuaba, en vista de lo
cual, nos determinamos en practicar una nueva punción lumbar, saliendo a presión un líquido claro, e
inyectamos unos 6 c. c. de solución de colargol.
Naturalmente, existiendo disfagia, la niña no podía tragar para
que se alimentara por vía bucal y
lo efectuamos por la rectal.
La enferma continuaba adoptando
la misma posición; el estado
de somnolencia era el mismo; se le administró un enema que dio por
resultado la expulsión de algún escari; seguidamente, la demacración
cada día era más notoria; el pulso siempre más débil y más retardado
(de 35' a 4' por minuto); el miocardio desfallecía, la papila dilatada; entonces utilizamos las inyecciones
de aceite [xxx] de adrenalina, sulf. estriónico y
otros fármacos de rúbrica; finalmente, y a pesar de todo ello, a los
dos días la córnea ya estaba casi opaca y el lagrimeo faltaba, continuando el corazón desfalleciendo hasta que, por último, cesó de existir, sin que verdaderamente hubiera estado despierta del todo, de
aquel hipersomnio, síndrome característico, patognomónico, que tanto nos llamara la atención desde el primer momento.
De cuanto acabamos de manifestar, se deduce que el síndrome más característico que presentaba nuestra enferma era el sueño, somnolencia o letargía característica muy diferente de la producida por las picaduras del díptero glossina
palpalis (enfermedad tripanomicósica),
llamada vulgarmente enfermedad
del sueño, propia de los
países tropicales, no pudiendo hacer
un detenido diagnóstico diferencial
con la NONA descrita por
los médicos italianos a raíz de la
gripe del 1889 al 90, por carecer
de datos precisos.
Con una leptomeningitis es por
demás confundirla; podría sospecharse
se trata de una parálisis infantil,
en cuyo caso, dicho nombre
debiera cambiarse desde el momento
en que se citan casos de
algunos enfermos en la clínica de
enfermedades nerviosas del profesor
Pierre Marie, de París (1920);
hay, además, en dicha enfermedad
hemiplejía, paraplejía o triplejía
(Huet y Dejerine), vómitos y el estado comatoso dura poco tiempo,
sin contar con la diarrea que nos
citan Lambord y Vulpian; tampoco
hay confusión con la encefalitis de
Wernicke (hemorrágica), de las
cuales nos separa el alcoholismo
adquirido, aunque dichos enfermos
entran en somnolencia después de
un período de excitación lenta (podría
ser el rechinamiento de dientes),
pero en dichos enfermos la
temperatura es casi normal y los
músculos del ojo están paralizados,
menos el elevador del párpado; hay
mistagmus y paresia de la acomodación;
ni con la encefalitis de
Leichtustern, que también aparece durante el curso de infecciones gripales
en su período agudo o pereagudo,
pero la fiebre, cefalalgia y
vómitos son característicos.
En resumen: la encefalitis de
Wernicke, forma hemorrágica (paquimeningítica),
la de de Leichtustern y la parálisis infantil, son enfermedadades
que más se asemejan
al caso estudiado, pero no encuadra
del todo la sintomatología, y
aunque de todos modos debemos reconocer que con un solo caso no
podemos fundamentar un diagnóstico
preciso o aquilatado, permítasenos
manifestar que, en atención
de tratarse de una niña en la cual
su sistema nervioso estaba agotado a causa de la infección que padecía
y quizá una heredo-alcohólica, no sería raro que la encefalitis
letárgica, que hoy día preocupa
tanto al mundo médico, no fuera
otra cosa que una modalidad caso de
la parálisis infantil. Recordamos
nuevamente debiera esta parálisia
sacarle el apellido.
A. GRESA DE MIRAMBELL"