14 d’octubre del 2018

L'estat del monestir de Sant Benet en el seu mil·lenari (11-03-1973)

La Vanguardia, 11 de març de 1973, pàgines 49-50.

"Una España que hemos de salvar
Sant Benet de Bages: un milenario sin pena ni gloria
POR lo general suele ocurrir que cierta concurrencia de circunstancias, como puede ser la celebración de una efemérides cualquiera, sirva para que algunos monumentos salgan del «arrobamiento» en que se encuentran y merezcan una atención que hasta ese momento no se les había concedido.
Una tal concatenación de hechos tiene cuando menos la virtud de que, en atención a esa efímera celebración, se replanteen las circunstancias contractuales del monumento en cuestión y hasta, en ocasiones, se adopten unas medidas de salvaguardia de las que el enclave artístico no había disfrutado.
Sin embargo, y en lo que al milenario de Sant Benet de Bages se refiere, nada de eso ha sucedido. Ni de esto ni de ningún tipo. Si no hubiera habido milenario se habría notado la mismo. Es decir..., nada Lo que resulta francamente triste.
Mil años en la vida de un monasterio es una cifra respetable, una cifra que merece sopesarse, sin que ello quiera decir que nuestra actitud haya de quedar allí, en un mero sopesar histórico.
En efecto, resultaria improcedente referirnos a Sant Benet de Bages como a una entidad muerta, sin dinamismo posible, periclitada y puramente histórica. Que si el monasterio tiene su historia —digna historia— de cenobio benedictino afectado por avatares sin cuento, esa historia interesa solamente en la medida en que nos enseña a valorar este conjunto monumental tal como ha llegado hasta nosotros. Pero nada más. Porque si resulta realmente instructivo conocer paso a paso, el devenir histórico de Sant Benet de Bages —o de cualquier otro enclave monumental— ese conocimiento pasivo no se justifica ni mucho menos por el mismo.
—¿De qué sirve echar las campapanas al vuelo para conmemorar el milenario del monasterio manresano, si lejos de preocuparnos por su estado actual nos limitarnos solamente a loar su trasnochado esplendor?
El milenario de Sant Benet de Bages, que bien puede considerarse como uno de los monasterios fundamentales de la provincia de Barcelona, ha pasado lisa y llanamente sin pena ni gloria. Se celebro la efemérides con baile de sardanas en la explanada anterior al monasterio, con una disertación histórica y con una misa celebrada por al abad de Montserrat en la parroquia de Navarcles a la que el cenobio pertenece.
De todo ello nos dio cuenta la prensa someramente. Así como, también, de qué habían surgido dificultades que habían dado al traste con una serie de actos programados con motivo de la celebración de esta efemérides.
¿Qué dificultades impidieron conmemorar el milenario como se merecía? ¿Por qué se celebró la misa en una parroquia vecina, en vez de hacerlo «in situ», en la misma Iglesia cuya consagración se rememoraba? ¿No hay un contrasentido evidente en toda ello?
A LA VERA DEL LLOBREGAT
Un poco para despejar todas esas incógnitas que la celebración del milenario nos había planteado, un poco para desempolvar los recuerdos de nuestra primera visita realizada al monasterio, hará de ello seis años, decidimos consagrar urna jornada a recorrer nuevamente aquella zona. La nueva carretera de acceso a Manresa, abierta ya en algunos tramos y muy avanzada en los restantes, nos amenizó el desplazamiento.
Ya en Manresa, y tomando la carretera de Vic, la distancia a cubrir para llegar al monasterio es de unos diez kilómetros inmediatamente después de atravesar el núcleo de San Fructuoso de Bages, y a mano derecha, hay un indicador que señala el desvío que conduce a Sant Benet. La senda que nos aconseja el indicador de la carretera está bién conservada. El paisaje que se dibuja en los decorados de esta ruta es sencillamente encantador. Dilatado. Intensamente verde, sin núcleos urbanos que lo afeen, con una insólita perspectiva del macizo de Montserrat como telón de fondo... campos bien cuidados, sol y una limpia grandiosidad...: a mano derecha, revestida de pinos, una ermita románica.
Una armoniosa muralla, chaparra, cierra el recinta de Sant Benet. Junto al portalón, la murallita forma un cuadrado exterior, con grandes aberturas en tres de sus lados que se cierran en gruesas rejas. En el centro del cuadrado, adivinado a través de las rejas, un árbol enhiesto. El encanto es superlativo.
Nos abre una mujer con un niño y un perrazo. El recinto puede visitarse a cualquier hora. No hay ninguna restricción en este sentido, pero los visitantes... que «suelen ser franceses» (Esta misma canción, triste canción a la hora de catalizar nuestras inquietudes artísticas, suele oírse repetida por la totalidad de los guías y anfitriones de las iglesias y monasterios de nuestro pais.) Tampoco hay cuota de entrada establecida.
DONDE LA VEGETACIÓN DEVORA LA PIEDRA
La remembranza del lugar resulta facíl. Está tal cual estaba haca seis años. La vegetación se prodiga por doquier. Lianas y arbustos desmelenados otorgan al monasterio un aspecto sombrío. Lianas, arbustos y avellanos seculares... el sol cala difícilmente en sus piedras. El suelo se moja de hojarasca y verdín.
La arquitectura del claustro es peculiar. Los enjundiosos arcos de medio punto reposan sobre pares de columnas achaparradas como las murallas del circundo. Los capiteles son de noble ejecución. Algunos, más primitivos, pertenecen al primer claustro. Abundan los motivos vegetales en los capiteles exteriores, mientras que sus gemelos presentan una iconografía de carácter sacro, secundado todo ello por las inevitables motivos ornamentales románicos.
El suelo de todo el cuadrado es de cantos rodados. Hay dos puertas de acceso a la Iglesia. Una románica inhabilitada. Una segunda muy posterior. Y una escalera que trepa hasta el coro, El pasamanos, de madera, es de venerable ancianidad. Una imagen, de raída policromía, preside un rincón del claustro.
SANT BENET EN UN CIRCULO VICIOSO
Nos desplazamos a Navarcles con la intención de obtener del administrador del monasterio el consiguiente permiso para visitar la iglesia. No nos resultó difícil localizarlo. Hombre sumamente amable, perspicaz, nos pone en antecedentes sobre las circunstancias del monasterio. Contratista de obras, ha sido él mismo, continuador de la labor iniciada por su padre, quien ha llevado a cabo las muchas reformas efectuadas en Sant Benet desde que fue adquirido por el pintor Ramón Casas. Desde entonces su familia ha estado ligada a la administración del monasterio. Nadie mejor que él, pues, para conocer la importancia de las obras realizadas. Todas ellas ejecutadas con una ejemplar fidelidad al resto del conjunto. Sin embargo, esta encomiable tarea restauradora no ha ido mucho más allá de las que podíamos considerar partes habitables del monasterio. De sus dependencias.
En el claustro y en la iglesia, lo que a efectos artísticos más interesa, muy poco se ha hecho. La iglesia (la visitamos por fin acompañados por el administrador) presenta un aspecto lamentable. Levantada una gran parte del suelo, las escalinatas de acceso al ábside principal están deshechas. El propio ábside presenta una agrietadura considerable... como otras partes de la iglesia. La cripta que se abre bajo él es un hosco montón de escombros. Hay cañas almacenadas, una nevera, marcos, cuadros, confesonarios, imágenes, algún altarcillo; todo ello en amable confusión, recostado sobre los muros laterales. En la bóveda de medio cañón se aprecia la huella de las goteras. Pregunto por el estado de la techumbre. Se ha pedido un presupuesto para remozarla, reponiendo las tejas que faltan.
El templo es de una nave con crucero. Sendos ábsides se abren en sus dos brazos. A los pies de la nave se abren dos puertas y sobre ellas el coro, todo ello posterior a la edificación primitiva. Los muros están revocados. Una cornisa remata en sus dos vertientes la bóveda de medio cañón, así como ésta última aparece reforzada por varios arcos fajones. Ambos, cornisas y arcos, así como las pinturas de ábsides y ventanas, revelan ese regusto dieciochesco que con tan pocos adeptos cuenta.
Sabemos de las diferentes gestiones efectuadas por diversos organismos, orientadas a la adquisión del monasterio y con vistas a su total restauración. Sabemos que existe el deseo de salvar el templo de Sant Benet. Pero sabemos también que tanto las gestiones como los buenos deseos no han pasado, ni parece que hayan de pasar de ahí. La parte propietaria, por su lado, no ve con buenos ojos que el Estado se haga cargo de la restauración del templo, por cuanto esa intervención podría menoscabar sus intereses. Pero, por otra parte, tampoco parece dispuesta a invertir una suma considerable en la restauración del monumento. Resultado: un círculo vicioso del que la víctima propiciatoria es y seguirá siendo el templo de Sant Benet.
Si hay una cosa que esté realmente por encima de cualquier interés de índole privada, esa cosa es la cultura. Y la cultura es de todos y, sobre todo, del pueblo que la engendra. Sant Benet de Bages, como cualquier otro monumento, pertenece al patrimonio común. Ello quiere decir, que sin menoscabo de los legítimos intereses de sus actuales propietarios, debería encontrarse una salida para el atolladero en que se halla. De forma que si la adquisición oficial del recinto resulta inviable, la parte propietaria deba comprometerse al mantenimiento y conservación en perfecto estado del monumento.
Un medio de conseguirlo sería crear unas cuotas de entrada en el monasterio y sacar provecho de la venta de postales, diapositivas, folletos y demás objetos relacionados con el cenobio. Si a todo ello fuera unida una auténtica campaña de promoción del lugar, algo se podría conseguir. Pues si es lamentable que debamos pagar una cantidad para visitar un monumento no es menos verdad que este hecho se ha convertido en norma y que esa norma se aplica a rajatabla en todos los países. Y, sinceramente, consideramos más oportuno abonar una cantidad para tener acceso al monasterio, que no tener libre acceso a él pero tener que marcharnos sin ver una parte esencial del mismo, cual es su templo románico. Máxime cuando la razón por la que no podemos visitarlo es tan prosaica y lamentable como el hecho de que se encuentre en el más lastimoso y absoluto abandono.
Quede claro, en fin, que no otra cosa nos mueve a reivindicar y plantear la problemática de Sant Benet de Bages, que esa inquietud de la que esta serie de artículos quiere ser portavoz. Inquietud que, si tiene en cuenta y respeta cumplidamente todos los intereses, pone por encima de todos el interés de los propios monumentos, parte integrante de nuestro patrimonio cultural y, por lo mismo, legado histórico y artístico que hemos de salvar. 
JORGE M.ª RIVERO SAN JOSÉ 
Fotos: EDISTUDIO"