A la secció "Misiones españolas" s'inclou una carta:
"Carta que el R. D. Hilario Brossosa dirige al R. D. José
Xifré, superior general de la Congregación del Inmaculado
Corazón de María.
[...].
La misión de Orta [Horta d'Avinyó] concluyó el domingo de Carnaval, y
el miércoles de Ceniza empezamos en Navarcles. En esta
misión no observé cosa extraordinaria; pero en cambio fue
una de aquellas que empiezan bien, siguen bien, y concluyen bien. En prueba de que no se dió sin mucho fruto esta
misión, bastaría decirle que, contando solo algunas mil trescientas
almas de comunión esta parroquia, se recibieron en
la mesa eucarística, en los diez y nueve días que estuvimos
en ella, dos mil trescientas personas. Su espacioso templo
se nos llenaba todos los dias, y en algunos festivos fue preciso
predicar en la plaza.
Dimos ejercicios á los jóvenes, quienes nos edificaron
mucho por su puntualidad, modestia, atención y crecido
número, así de muchachos como de muchachas. Y aquí no
puedo dejar de manifestarle cuan agradecidos quedamos á
la generosidad de los dueños y encargados de las dos fábricas,
quienes, á una simple insinuación, gustosamente se
prestaron á parar el trabajo á hora oportuna, para que los
trabajadores pudieran asistir á los ejercicios de la santa misión.
Se aprovecharon también mucho un grande número de
obreros del puente que se levantaba entonces sobre el Llobregat,
secundando su buena voluntad, aun con algún sacrificio,
uno de sus empresarios.
La conclusión de esla misión fue del todo satisfactoria. Se esmeraron en adornar muy bien las calles por donde habia
de pasar la procesión, y el número de antorchas que acompañaban
el Sacramento era tan considerable, que tal vez no
lo he visto en otra misión.
No hay para que decir que fue muy concurrida la bendición
de los infantes. Mil cuarenta almas, después de ella,
pasaron á hacer de sí la ofrenda á la Virgen.
Hemos llegado á la última, la de San Fructuoso, que
empezó el 25 de marzo, [...]. Asistian ya muchos á la fución de la mañana; y
por la tarde engrosaban el auditorio algunas parroquias vecinas,
sobre todo la de Navarcles, cuyo señor Párroco,
acompañado muchas veces de sus coadjutores, llegaba todos
los dias al frente de una división considerable, entonando
el cántico O María, hasta las puertas de la Iglesia. Y
aquí no puedo pasar por alto el consuelo y satisfacción que
experimentaría este celoso Párroco en alguno de los días
festivos que, seguido de más de ochocientas personas contadas,
volvía de la santa misión entonando todos el referido
cántico, se dirigían á su iglesia parroquial, hacían allá la visita
al santísimo Sacramento, y concluían cantando el acto
de contrición en la forma que habían aprendido durante la
misión de esta villa.
[...]."