10 de maig del 2019

Mor un sacerdot originari de Navarcles (06-04-1956)

Suria: semanario informativo y literario, Año VI, núm.240, 6 d'abril de 1956, pàgina 2.

A la secció "Pantalla suriense":

"Rdo. Dr. Antolín Vancell, Pbro.
Suria acaba de perder estos días uno de sus hijos más ilustres, uno de los que con mayor orgullo, al releer las crónicos sobre los méritos del extinto, nos congratula se trate de un suriense.
Mn. Antolín Vancell, Pbro., Muy Iltre. Sr. Arcipreste de Santa María de Mataró, dejó de existir el día 19 del pasado mes de marzo en aquella ciudad de la Maresma.
Nuestro colega «Mataró» nos da la información precisa del luctuoso acontecimiento y a sus columnas debemos la presente información, que nos complacemos transcribir a nuestros lectores. Había nacido en Suria, el día 30 de agosto de 1891. Huelga decir que nuestros lectores ya habrán comprendido que se trata de uno de los hijos del que fué maestro de enseñanza en nuestra villa, D. Salvador Vancell, cuya memoria perpetúa una de las calles de la población;
Fué ordenado sacerdote en Barcelona, el día 17 de octubre de 1915, y cantó su primera misa en Navarcles, el dia 24 del mismo mes. Ejerció de Coadjutor en Vilorrodona, Sitges, Arciprestal de Sabadell, San Martín de Provensals, San Juan de Gracia y Belén de Barcelona. En 1929 fué nombrado Cura Teniente de San Esteban de Ordal y en 1935 Ecónomo de [San] Adrián del Besós, hasta que en mayo de 1942 fué nombrado Ecónomo de Santa María de Mataró, de la cual tomó posesión como párroco en 15 de agosto de 1948.
De su brillante y eficaz apostololdo en el campo de Pastor de almas nos hablan los cronistas del citado rotativo de la vieja Iluro, ensalzando los méritos de nuestro compatricio. De sus columnas entresacamos los siguientes párrafos:
[...].
El hombre sencillamente bueno...
La semblanza de los hombres grandes es fácil de hacer, difícil de entender, imposible de imitar. Esto sucede a todos los que llevados de la devoción y afecto hemos rezado una oración ante los despojos del fallecido sacerdote. Las almas sencillas lo han dicho pronto y bien; ¡Era un santo! Mosén Antolín era un sacerdote ejemplar, sinceramente piadoso, generoso hasta el heroísmo, abnegado hasta el sacrificio, humilde hasta el misterio, pacífico y bondadoso. Su sonrisa era amplia y fortalecedora, sus manos consagradas llegaban en el contacto hasta el corazón, su mirada humamente paternal.
Eso era Mosén Antolín: ¡el hombre sencillamente bueno! Dios le ha premiado con la muerte de los justos y la devoción de toda la ciudad [Mataró]. [...].
Descanse en paz este hijo de Suia, tan pletòrico en virtudes, y reciba con esta dedicatoria el homenaje pòstumo de la Patria Chica que se honra en considerarle como hijo predilecto, por el amor con que cumplió sus postulados."