Revista montserratina, Año 02, no.10, 8 d'octubre de 1908, pàgines 26 i 27.
A la secció "Noticias marianas":
"Lourdes.—Peregrinación nacional francesa: curaciones milagrosas. —Una de las afirmaciones más elocuentes del reinado universal de María es ver á esta infinidad de peregrinos de toda lengua y de toda nación postrados á los piés de la Inmaculada en Lourdes, prorrumpir con el fervor de una fe inquebrantable: ¡Oh Madre! si Vos queréis podéis curarme. Y á la voz de esta Madre y de esta Reina, los paralíticos andan, los ciegos ven, y los enfermos se levantan curados del lecho de su dolor. Tenemos además una insignificante demostración, pero de carácter algo público y oficial, del imperio que Maria ejerce sobre las enfermedades y naturaleza entera en la peregrinación nacional que realizaron los franceses á Lourdes el día 21 de agosto, compuesta de 100,000 individuos, 364 de los cuales eran antiguos enfermos curados en diferentes épocas, que procesionalmente y con estandartes venían á renovar su gratitud á la Virgen Inmaculada.
La prensa católica muy á menudo enriquece sus columnas con el relato de algunas de estas curaciones milagrosas. Nosotros sólo haremos mención de la de Maria Laino, de Pamplona, y de Maria Galobart (Navarcles, obispado de Vich).
[...].
Curación de María Galobart.—La fe brilla de un modo especial en la curación de la Srta. María Galobart, que abandonó el lecho donde yacía imposibilitada de las piernas, y del que hacia 24 días no se había levantado, partiendo contentísima hacia Lourdes, y teniendo palabras de consuelo para con su buena madre, que sentía viajara su hija en aquel estado, en las cuales se vislumbraba visiblemente su confianza ilimitada en María, que, según ella decía, había de curarla. Este presentimiento de su curación se halla confirmado en una postal que ella escribió á su madre una vez llegó al Santuario, en la que le decía: «Con fio volver curada.» En efecto, antes de meterse en la cama bebió del agua milagrosa diciendo con fervor: «Virgen Santísima, Vos habéis de curarme.» El dia siguiente se vistió sola, dió algunos pasos por el dormitorio, pero aún no tuvo ánimo para bajar sola la escalera: fué en coche á la Basílica del Rosario, donde se reconcilió, pero sin poder aún doblar las rodillas. Caminó ya después hasta la Gruta, donde debia celebrarse la Comunión general, y allí probó de arrodillarse, lo que verificó sin dificultad. Se levantó y dijo admirada á los que la acompañaban: «Estoy curada.» Estuvo de rodillas hora y media, y durante este tiempo recibió la Comunión.
De vuelta á su domicilio hizo el trayecto á pié, al principio con alguna inseguridad por haber pasado tanto tiempo sin caminar, y subió y bajó la escalera dos veces con gran facilidad."